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A unos metros de la Basílica de Guadalupe, la señora Dominga Merino, de San Juan Copala, una comunidad Triqui de Oaxaca, se ubica junto a su hija en un espacio de las calles de Montevideo para vender artículos artesanales como bufandas, pulseras, cubrebocas, diademas y blusas.

Con actitud amigable indica los precios: “por ejemplo, un cubrebocas a 40 o tres por 100 pesos, vendo diademas pequeñas a 25 pesos y nos tardamos tres horas para elaborarlas; las diademas anchas, 40 pesos y medianas a 30 pesos, las pulseras a 10 pesos y me tardo dos horas en hacerlas; en el caso de las mochilas 300 pesos y me tardo un día… Nosotros no subimos los precios”.

Por su parte, Jacqueline Cervantes, quien trabaja en el establecimiento de antojitos “Yuli”, refiere que están en la incertidumbre, porque hay rumores que el 12 de diciembre van a colocar cercos para que los fieles no transiten.

Por su parte, trabajadores de restaurantes cercanos que ofrecen pizza y comida rápida señalan que no esperan una gran venta, porque la mayoría de los peregrinos cargan con su “lunch” para evitar gastos.

Mientras tanto, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) vigilan las inmediaciones de la Basílica y expresan que brindan seguridad para evitar robos, a la par que están atentos en caso de algún accidente.

Peregrinos de Holpechén hacen recorrido en bicicleta

“Trabajamos 24 horas, mi familia se preocupa, pero están muy felices por mi trabajo. Estoy consciente que no sabemos si vamos a regresar, lo hacemos con muchas ganas para proteger a la ciudadanía”, relata uno de los policías.

En cuanto a los peregrinos, desde hace días miles de creyentes católicos arribaron a la Basílica para cumplir «mandas», pedir por sus seres queridos o simplemente por devoción a la figura de la Virgen María.

Elizabeth Juárez, proveniente de Puebla, cuenta que “nosotros venimos como una peregrinación que es de nuestro pueblo, es de San Bartolo, Cohuecan. Cada año hacemos una peregrinación hasta acá, para traer el fuego guadalupano y llevarlo hasta allá».

La joven explica que este tipo de peregrinación es llamada «de relevos», pues se realiza corriendo, además de que al regresar se debe cuidar la llama procedente de la Basílica.

Alberto Ibarra, otro peregrino, narra que vino al templo de la Virgen desde Perote, Veracruz, «por devoción y por algunas peticiones que, al menos por parte de mi persona, pido por mi familia, que estemos bien».