La doctora Feggy Ostrosky señaló que muchos jóvenes cometen actos violentos por sus conflictos internos y el consumo de estupefacientes.

Nadie nace destinado a ser un asesino, hay factores biológicos que pueden llevar a cometer actos criminales, pero eso es muy remoto; sin embargo, temas secundarios como la depresión, la violencia y la droga conducen a un individuo a realizar delitos como el de Aarón N., de 19 años, quien asesinó a su madre en la colonia Roma, en la Ciudad de México, alertó la doctora Feggy Ostrosky.

La neuropsicóloga especialista en análisis de mentes criminales dijo en entrevista con 24 HORAS que es necesario aplicar una intervención y apoyo comunitario entre los jóvenes, conocer más sus sentimientos, sus preocupaciones para evitar este tipo de actitudes.

Ostroski explicó que la comunicación familiar, escolar y entre amigos es fundamental para prevenir situaciones de violencia como la de Aarón N., el cual mató a su madre a puñaladas e hirió a su hermano.

Sobre la predestinación de una persona de nacer con una conducta criminal, la analista determinó que las violencias primarias tienen que ver con características biológicas relacionadas con reacciones químicas en el cerebro que no permiten la existencia de la empatía.

Mientras que las violencias secundarias, abundó, pueden ser la depresión, vivir en un entorno violento, ansiedad, consumo de drogas, los cuales detonan en el joven una pérdida del sentido y los valores.

Ostrosky mencionó que en el caso de Aarón N., quien dijo que al estar presuntamente bajo los influjos de drogas, apuñaló el 20 de enero a su madre y hermano, para después entregarse a las autoridades y sonreír en su detención, lo cual lo marcó ante la opinión pública porque se difundió en las noticias ese sentimiento de placer.

De acuerdo con la información pública ese joven, conocido que dentro de las redes sociales lo nombraron como “el asesino de la sonrisa”, es un apasionado por las artes, entre ellas el cine, pues incluso grabó un cortometraje con su familia en el que caracterizó a un asesino y donde peleó a muerte con su hermano que también participó; mientras que su madre fungió como directora de cámara.

De acuerdo a la especialista quien analizó casos como “El Caníbal de Atizapán” o “La Mataviejitas”, lo que orilló a este joven fue un factor secundario generado por algún tema de depresión.

En muchas ocasiones un joven deprimido puede aumentar hasta en un 40 por ciento el grado de agresión al nivel que puede atacar a un familiar o amigo; esto aunado al abuso de drogas y alcohol detona las personas y llegan a un clímax que por ejemplo “aman un día y odian al siguiente”.

En el caso de Aarón N. pudo pasar todo eso y “aunque la mamá era muy buena y que el hermano era muy bueno y él estaba frustrado y enojado por cosas que le habían sucedido; cuando la gente está tan enojada saca su agresión y su enojo contra gente que no tiene nada que ver”, abundó la criminóloga.

Ostrosky enfatizó que las drogas alteran mucho las funciones del cerebro, mientras que el alcohol desinhibe, por lo que refirió que “lo importante del mensaje es que sí se puede hacer algo y en vez de meterlos a todos a la cárcel, tratarlos”.

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