Miembros del grupo de Carnaval tradicional Peña de Pavao de Krishna actúan en Belo Horizonte, Brasil. Credit: AFP/Douglas Magno.

Como dicta la tradición, el Carnaval quedó oficialmente inaugurado el viernes, cuando el alcalde Eduardo Paes entregó simbólicamente la llave de la ciudad al Rey Momo, que debe "gobernar" durante estos días de realidad paralela que supone el carnaval.
Se espera que 70 mil personas abarroten el Sambódromo. Cada escuela cuenta con unos 3 mil participantes entre músicos, bailarines, reinas y otros personajes, y dispone de entre 60 y 70 minutos para dar lo mejor de sí.
El estruendo de la música y el canto se escucha en cientos de metros a la redonda hasta el alba.
La batería y la samba compuesta especialmente para la ocasión son dos de los aspectos que evalúan los 36 miembros del jurado.

Rio de Janeiro se sumerge este domingo en su ritual más esperado, cuando muestra al mundo que su Carnaval no tiene parangón y hace temblar de euforia el Sambódromo durante dos días de desfiles de sus “escolas”.

Después de un año entero de arduo trabajo y ensayos técnicos, cada una de las doce escuelas competidoras espera convencer al jurado de que es la mejor en el arte de sambar.

En los barracones, los grandes talleres donde se confeccionan los atuendos de raso y lentejuelas y los impresionantes carros alegóricos, los nervios están a flor de piel.

“Aquí lo llamamos TPC, ‘tensión precarnaval'”, contó a la AFP, Pedro Gaspar, un bailarín o “passista” de la escuela Unidos de Vila Isabel.

Aunque en estos días Brasil no suele pensar en otra cosa, este año las imágenes de los últimos preparativos cedieron espacio a la operación policial de la que fue objeto el jueves el expresidente Jair Bolsonaro.

AFP

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