Es emocionante observar cómo la veneración hacia la Virgen de la Candelaria consolida los lazos comunitarios y suscita un renovado sentido de esperanza en el corazón de sus devotos. La descendida de su imagen, la patrona del municipio que comparte su nombre y que también da identidad a nuestro río, se erige como un momento trascendental de conexión espiritual y jubilo para toda la comunidad.

Este acontecimiento sagrado no solo es una manifestación de fe, sino también un reflejo de la unidad que caracteriza a nuestra localidad. En medio de la bajada de la Virgen de la Candelaria, las calles se llenan de fervor y devoción, creando un ambiente cargado de espiritualidad y amor fraternal. La presencia de la Virgen se convierte en un faro de luz que ilumina los corazones, irradiando bondad y protección sobre la tierra y todos sus habitantes.

Para aquellos que profesan su fe, la Virgen de la Candelaria es más que una figura religiosa; es un símbolo de esperanza y consuelo. Su descendida no solo marca un evento litúrgico, sino también un momento de reflexión y conexión personal con lo divino. Los fieles se congregan para expresar sus oraciones y agradecimientos, creando un lazo espiritual que trasciende las fronteras individuales y se convierte en un pilar fundamental de la identidad comunitaria.

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