Conciertos, negocio redituable
Conciertos, negocio redituable

Taylor Swift y Beyoncé son dos de las docenas de estrellas que se han echado a la carretera alimentando el boyante mercado de la gira de conciertos tras las cancelaciones y aplazamientos por la pandemia.

“Nunca había visto tantos artistas al mismo tiempo en el mismo espacio”, dice Stacy Merida, profesora de la American University especialista en el negocio de la música.

Madonna —que a principios de los 1990 creó el concepto de las giras modernas, con elaborados escenarios y vestuario– tenía previsto iniciar su gira a mediados de julio, pero se ha visto obligada a posponerla por motivos de salud.

Taylor Swift ofrecerá 106 conciertos en su gira Eras, lo que le puede llevar a recaudar mil millones de dólares con la venta de entradas, una liga en la que también juega Beyonce, a punto de comenzar el segmento norteamericano de Renacimiento.

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Si alguna de las dos alcanzara esta marca histórica, superaría a Elton John, que hasta el 18 de junio había recaudado en su gira de adiós, Farewell Yellow Brick Road, iniciada en 2018, 910 millones de dólares, según cálculos de Billboard. A eso hay que añadir el último concierto el 8 de julio en Estocolmo.

John superó el récord que tenía Ed Sheeran, que en la gira Divide de 2017-2019 hizo 776 millones de dólares.

Parte de estas cifras mareantes se debe al aumento del precio de las entradas: Sheeran cobró algo menos de 100 dólares por Divide, según Pollstar, pero actuó en más de 200 conciertos.

Las entradas más baratas de los conciertos de Beyonce y Swift cuestan más del doble.

ENTRE DEMANDAS Y QUEJAS

Live Nation, que en 2010 se fusionó con Ticketmaster, asegura que ya ha vendido 100 millones de entradas para los conciertos de 2023, más de los que vendieron en todo 2019.

La empresa facturó 4 mil 400 millones de dólares en el segundo trimestre de este año con la venta venta de entradas de unos 12 mil 500 conciertos a 33.5 millones de fans.

“Con la mayor parte del mundo totalmente reabierto, está claro que los conciertos siguen siendo una gran prioridad para los aficionados”, afirmó Live Nation en su informe de resultados más reciente.

La demanda se ha disparado, y también las quejas por la posición casi de monopolio de Live Nation y Ticketmaster.

Durante años, los asistentes a conciertos se han quejado de tarifas ocultas, aumento de los costes, destrucción de revendedores y limitación de entradas debido a la preventa.

Las quejas volvieron a surgir este año tras el fiasco de la venta de entradas para la gira de Swift que presentó críticas virulentas por el monopolio y encendidos llamados para que se disolviera la empresa.

“El monopolio vertical integrado tiene muchos efectos dominó en términos de precios”, dice Andrew Leff, veterano de la industria musical y profesor de la Universidad del Sur de California.

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“Si eres Ticketmaster, no tienes competencia, y hay demanda por Taylor Swift o Beyonce”, dice la agencia de noticias francesa. “Es simplemente oferta y demanda” y “pueden cobrar lo que quieran, que es lo que hacen”.

La élite y el resto

Las giras son una tabla de salvación para los artistas cuyos derechos de autor proceden del streaming son ínfimos. Sobre todo, después de la pandemia de covid.

Pero no se benefician a todos por igual. Los más pequeños se quedan al margen. Simplemente, porque muchos no se lo pueden pagar.

“Realmente hay dos industrias de la música: una para el 1% (de los artistas) y otra para el 99%”, explica.

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