Repartidores de comida rápida se sindicalizan en Colombia

Rappi, que a mediados de este año reconoció al sindicato, sostiene que sus repartidores “independientes (…) pueden generar el doble de ganancias por hora” que un empleado con el salario mínimo legal (unos 212 dólares al mes).

“Ganan más de lo que gana el 70% de la población colombiana por hora”, enfatiza la compañía.

La llegada de más de dos millones de migrantes venezolanos a Colombia ha jugado a favor de la plataforma, que ofrece entregas a precios bajos gracias a la abundante mano de obra.

También la pandemia “le cayó como anillo al dedo” a la aplicación. “De ahí en adelante Rappi hizo y está haciendo todo lo que se le antoja”, se lamenta Luz Myriam.

La valoración de la empresa creció un 420% entre septiembre de 2018 y julio de 2021. Hoy hacen entregas en Argentina, Brasil, México, Chile y otros cinco países latinoamericanos.

Los confinamientos, además de disparar la demanda, han dejado sin empleo a muchos colombianos, que han recurrido a Rappi para sobrevivir. A ellos se unieron los emigrantes venezolanos que ahora constituyen una gran parte de la plantilla de la empresa.

Día a día

Bajo un fuerte aguacero, Luz Miryam Fique maniobra su motoneta para entregar dos bolsas de comida.Como ella, miles de repartidores en Colombia se enfrentan a la intemperie por una modesta paga.

En el país hay unos 50 mil “rapitenderos”, llamados así por la multinacional colombiana que los emplea, Rappi.

A veces reciben menos de un dólar por trayectos de varios kilómetros, denuncia el sindicato que formaron recientemente.

No hay ningún contrato entre estos repartidores, que en su gran mayoría se mueven en bicicleta, y el líder del mercado de reparto a domicilio en Colombia, que se fundó en 2015 y está valorado en 5 mil 250 millones de dólares.

Con el pelo morado bajo el casco, Luz Miryam dejó su trabajo como asistente en una oficina para dedicarse únicamente a Rappi. Cuatro años después preside la organización de empleados UNIDAPP.

Al principio “tenía unos 130 o 140 mil pesos al día (51 dólares), sin fregarse (agotarse)”, explica la mujer de 57 años, con una trajinada caja plástica naranja neón colgada a la espalda.

Hoy, para ganar eso, “toca trabajar por lo menos 16 horas (…) ¡y dándole duro, duro!”, expresa a la AFP.
“Cuando empecé a trabajar con Rappi me dijeron: ‘tu prendes la aplicación cuando quieras, coges el pedido que quieras, te vas a la hora que quieras’. Hoy en día no podemos hacer eso”, dice la repartidora, atenta a su teléfono para tomar un nuevo pedido.

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