La historia del árbol de la jícara está ligada a la gran cultura maya, una historia milenaria
La historia del árbol de la jícara está ligada a la gran cultura maya, una historia milenaria

América García

El árbol milenario de la jícara ha dado a las comunidades del Camino Real muchas bondades y es utilizado para conmemorar a los que han partido y muchos pobladores ya están preparando el fruto para la fecha esperada en que vienen las ánimas a visitarlos.

Abundante en el Camino Real y en el resto de la Península de Yucatán el fruto se cosecha y se transforma en un peculiar recipiente.
Para finales de octubre e inicio de diciembre, se acostumbra depositarlo en los altares de fieles difuntos. En ellos se coloca pozole, atole, chocolate, bebidas tradicionales en los pueblos, o se depositan tortillas o pertenencias.

En mercados públicos y parques del Camino Real, norte de Campeche ya se pueden apreciar las jícaras para usar en las festividades de muertos, a un costo muy económico, diez pesos, aunque su valor tradicional y natural es mucho más alto.
Son las personas longevas las que usan la jícara con su sabiduría ancestral para recordar a sus muertos, al tiempo que utilizan lo natural para la vida cotidiana, sin contaminar.

La antropóloga Cessia Esther Chuc Uc, refiere que la historia del árbol de la jícara está ligada a la gran cultura maya, una historia milenaria que nos recuerda la lucha de los “dioses” creadores con los dioses del inframundo del Xibalbá.
Los frutos del árbol son analogías de las cabezas de guerreros que lucharon con los dioses de la muerte; “lamentablemente los dioses buenos perdieron y sus cabezas fueron colgadas en un árbol, y ese, según nos cuenta nuestra historia maya, es el árbol de la jícara”.

“Por eso, cada año, cuando recordamos a nuestros muertos vienen a degustar los alimentos, que son colocados en esos recipientes y también, en pleno día de muertos estamos recordando a Hunab kú y Xbalam-ké, cuyas cabezas fueron colgados en ese árbol milenario de la jícara”.
Algunas familias mayas de la actualidad, en el Día de Muertos, le llevan ofrendas al árbol porque también están recordando a la memoria de los dioses creadores del universo.

Parte de la creencia es que no se planta un árbol jícaro hasta que muera algún conocido del que se sabe el nombre, y entonces se siembra la semilla con un ritual en el que se pronuncia el nombre de la persona en un conjuro, y por su cabeza, se siembra la semilla.

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