El cetáceo llevaba atascado en la esclusa de agua dulce de St.-Pierre-La-Garenne, a unos 72 kilómetros al noroeste de París, desde el 2 de agosto. Su estado de salud se deterioró después de que rechazara la comida, según las asociaciones de protección de la fauna silvestre que seguían la situación.
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Sin embargo, los científicos estaban preocupados por la “alarmante” pérdida de peso del animal y tuvieron que practicarle la eutanasia poco después. Su muerte fue confirmada por funcionarios del Servicio de Bomberos y Rescate del Departamento de Essonne en un mensaje en video.
Murió en el traslado
“Durante el viaje, los veterinarios observaron un deterioro de su estado, sobre todo de su actividad respiratoria, y pudimos comprobar que el animal estaba en anoxia —es decir, insuficientemente ventilado—, por lo que este animal estaba sufriendo de forma evidente y decidimos que no tenía sentido liberarlo y por ello tuvimos que proceder a su eutanasia”, declaró Florence Ollivet-Courtois, veterinaria del servicio de bomberos y salvamento.
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Los veterinarios esperaban que la ballena pudiera ser transportada a la región de Normandía y finalmente liberada en el mar.