En el Centro Cultural El Claustro se llevó a cabo la presentación del libro Agua de coco, de Rosa María Lara Aguirre, escrito en dos años de pandemia por coronavirus, en los que retrató paisajes comunes de los pueblos de Campeche y una historia de mujeres sensibles pero aguerridas, llevando al lector en una aventura por las tardes tropicales del sureste mexicano.
Una de las presentadoras, Leticia Carrillo, expresó que el más resiente texto de Lara Aguirre es una refrescante brisa, un logro más en la vida de la autora a quien agradeció su amistad. Manifestó que Agua de coco nos lleva a observar desde la perspectiva vivaz de Eugenia Ferrer, su protagonista, a través de los recuerdos de su adolescencia y juventud, el mundo íntimo de las mujeres de su familia con sus historias llenas de amor, desamor, traición y misterio.
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Obra libre personal
Por su parte, Ileana Pozos Lanz destacó que es un libre personal, tal vez autobiográfico. El agua de coco, proveniente a esos espacios cercanos a la costa que llenaron nuestros ojos corazones y paladar, que hoy en Campeche son sólo un espejismo ya que el amarillamiento letal los consumió de manera contundente por los años 90.
“En Los Cocales se reproducen las vidas y las historias que nos recuerdan que igual que en muchos otros pueblos de la costa mexicana, las palmas de coco y los cocos mismos, aunque no sean originarios de México, forman parte de nuestra identidad; asumo que San Isidro (sitio donde se desarrolla parte de la trama) es muy parecido a Campeche”.
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Señaló que la narración es unas veces alegre pero también tiene mucha nostalgia, esa misma “que sentimos por los pueblos en los que crecimos”, nostalgia por los tiempos que se fueron y las peculiaridades “que sólo podemos entender tal vez quienes hemos habitado un pequeño pueblo en donde los pequeños errores se magnifican y los amoríos clandestinos son totalmente públicos”.
Expresó que Agua de coco es un texto sin pretensiones, ameno y con muchos lugares comunes y nos vemos inmersos porque nos son sumamente familiares.