Recuerda que era una noche sin luna, de cielo nublado, tormentoso. Escuchaba gritos. Una mujer chillaba. A sus pies, un chico al que le faltaba un pedazo de cara se atoraba con la sangre. “No tuve el coraje de arrimármele, de agarrarle la mano, de reconfortarlo. Yo tenía miedo. Tenía mucho miedo”.
Medio siglo del accidente en los Andes
El vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya había partido desde Montevideo dos días antes con 45 personas a bordo: un equipo de rugby amateur compuesto por jóvenes ex estudiantes de un colegio católico, algunos familiares y la tripulación. Se dirigían a Santiago de Chile para jugar un partido, pero una tormenta los obligó a hacer escala en Mendoza, Argentina, donde pasaron la noche.
“Para los que creemos que existe el infierno, yo esa noche viví el infierno”, dice Harley, de 70 años, sentado junto a Carlos Páez, de 68.
“No es una historia trágica. La veo al revés: somos afortunados. Es una historia maravillosa, espectacular. Una historia que además tiene vigencia, 50 años después”, asintió Harley.
Amigos desde la infancia, ambos siguen con el recuerdo vívido de aquellos días a pesar de las cinco décadas transcurridas.
Pero no tienen pesadillas ni sensaciones de tormento. Ni siquiera con el elemento de la historia que generó más curiosidad y controversia: la antropofagia.
Con información de: 24 Horas Nacional
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