La reducción de cabezas bovinas y el alto consumo de carne roja en los Estados Unidos han disparado su precio a niveles récord, una industria muy afectada por la sequía. Mary Skinner una ciudadana afectada debe comer carne roja, su médico se lo indicó. “Tengo una necesidad extrema de proteína”, explica esta sexagenaria al salir del mercado Grand Central, de Nueva York. “Antes podía comprarme un churrasco o bife. Pero ahora, cada vez más recurro a la carne picada”, menos costosa, explica. Aunque la inflación se moderó a 3.7% en 12 meses a septiembre en Estados Unidos, en el caso de los mejores cortes bovinos al menudeo, el aumento alcanzó 9.7% en un año. En tres años el bife, el corte más buscado correspondiente al lomo vacuno saltó a 27%. La disparada del precio de la carne bovina supera así a la inflación general. En el mismo mercado, un hombre de 30 años de Connecticut explica que se afilió al servicio de entrega a domicilio Butche rBox para reducir costos. “Recibo unos seis cortes, por unos 150-160 dólares cada dos o tres semanas”, explicó este emprendedor que no quiso dar su nombre. “Claramente subió de precio”, resumió. “Llegó un punto en el que empecé a comprar carne que requiere cocción lenta, más barata y que me durará más tiempo”, añadió. EU con una imagen muy asociada a ranchos y enormes rodeos bovinos, sufre escasez de ganado. “El rodeo de ganado bovino para carne está en mínimos desde los años 1960”, dijo Scott Brown, profesor de la Universidad de Missouri. En cinco años, la cantidad de ganado bajó casi 10%, según las cifras del Departamento Estadounidense de Agricultura (USDA). “La principal razón es la sequía” que golpea a las regiones de cría, en particular las grandes llanuras estadounidenses, “desde hace varios años”, explicó Scott Brown, que sitúa el origen de este fenómeno en el otoño boreal de 2020. La falta de lluvias reduce el volumen de pasturas de las que se alimenta el ganado, e impulsa el precio del forraje. En este contexto difícil, los ganaderos redujeron masivamente el número de animales que alimentan En 2022, los frigoríficos alcanzaron los mayores niveles de faena “desde inicios de 1980”, destaca Ross Baldwin, de la consultora agrícola AgMarket.Net. Esta reducción del rodeo general se vio amplificada por una mortalidad mayor, ya que muchos animales sucumbieron a una brutal ola de calor en agosto, agravada por una tasa de humedad ambiente por encima del promedio. Los ganaderos compensan parcialmente estas pérdidas porque disponen de ganado mejorado, que produce más volumen de carne que hace 10 años, y la posibilidad de lograr más vacas con parición exitosa, matiza Brown.