El cantante y productor musical Benny Ibarra es una de las pocas figuras del espectáculo que se ha mantenido muy activo, incluso durante la pandemia. Conciertos en solitario y junto con otros cantantes, así como la representación de su monólogo Novecento lo han mantenido ocupado y que le recuerda “lo afortunado que soy y la vida tan interesante que llevo, lo que me ayuda a dejarme de quejar y de preocuparme por las cosas”.
TE PUEDE INTERESAR: El improvisado concierto de Chris Martin en una tienda de música
En entrevista con 24 HORAS, el cantautor mexicano asegura que ha trabajado prácticamente toda su vida en afianzar su carrera, la cual dice ha sido muy ecléctica, distinta, además de ser muy afortunado porque asegura, le llegan proyectos muy interesantes.
“He podido redescubrir el teatro que es mi primer amor, porque nací tras bambalinas en algún teatro de la Ciudad de México, cosa que abandoné durante 17 años y regresar al proscenio con El Hombre de La Mancha fue algo que me despertó un músculo creativo que aporta a lo demás, así que cada que canto mis canciones ya traen otra información, me acerco a esos textos que llevo años cantando.
“Imagínate, Tonto corazón ya cumplió 30 años, Cielo está a punto de cumplirlos, lo cual es muy refrescante para mí como autor, como persona, seguir removiendo el músculo creativo y la interpretación a través de otras artes y disciplinas se retroalimentan y pues no es el mismo Benny, se retroalimentan post hacer teatro a como cantaba antes, lo que para mí es muy interesante, cosa que la gente también percibe y me doy cuenta de que no soy el mismo”.
A lo largo de estos últimos años Benny ha estado muy activo en el mundo del espectáculo pues asegura que esto es adictivo.
“Si ya estamos hablando a un nivel de terapia –dice entre risas–, es adictivo, es necesario, todos somos seres de ego, necesitamos reafirmar constantemente nuestro valor personal ante nosotros mismos, ante los demás, ante Dios, ante la pareja, los hijos, los padres, etcétera, y así funcionamos.
“Como artista eso se exacerba mucho porque yo, desde niño que lo veía con mis padres, pero desde los 10 años recibo aplausos, así como buenos y malos comentarios sobre lo que hago, me siento constantemente en la necesidad de ser calificado y pues para eso te preparas positivamente, por eso haces la mejor chamba, trabajas con las mejores personas y buscas ser excelso en lo que haces, es interesante la vida del artista en ese sentido, cuando no tienes ese aplauso o aceptación, hay algo del personaje que hace que se empieza a marchitar.
“Y cuando lo tienes y dices ‘hay, esto de ser famoso qué flojera’, ya son 40 años, ya me quiero retirar y haces tus berrinches, pero al final honestamente lo que todos los artistas queremos, ya sea que estés empezando, que lleves 40 u 80 años es validación, es cariñito, reconocimiento y siempre, siempre, mi necesidad personal es ser excelso, hacer las cosas de la mejor manera posible y que la gente reconozca tu esfuerzo por hacer cosas que no esperan de ti, eso siempre para mí ha sido importante, incluso trabajando con repertorios que llevan 40 años y que inclusive yo cantándote Con todos menos conmigo, digas ‘ay güey, aquí hay algo distinto, encontró la manera de comunicarlo diferente’ y eso es bien y esa es la lección del teatro, inclusive haciendo lo mismo o diciéndo lo mismo, repites el mismo texto todos los días”, añade este histrión con muchas tablas.
Incluso en la semana, después de más de 100 funciones de su monólogo Novecento descubrió cómo tenía que hacer y decir el monólogo final, e insiste que no hay manera de hacerlo y entenderlo, por “más fregón que sera”, no hay manera de hacerlo si las horas de vuelo, aunque tenga al mejor director del mundo como Mauricio García Lozano dirigiéndolo, pues el acceso a esas emociones las dan las “horas vuelo”, para “un día digas ‘ay guëy, así era’, el texto es el mismo, pero no se dice igual nunca”, finalizó Benny Ibarra.