Se tiene registro que el chile en nogada nació en 1821 como parte de las transformaciones que la Conquista española produjo en la gastronomía en el siglo XVI, aunque se desconoce quién fue su inventor.
Agustín de Iturbide fue el primero en probar esa combinación de dulce y salado en un solo platillo. El militar mexicano viajaba de Veracruz a la capital luego de firmar un tratado que posibilitó la independencia cuando paró en Puebla y las monjas del convento de Santa Mónica lo sorprendieron con un platillo desconocido hasta entonces.
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Sobre un plato de talavera, el primer chile en nogada hizo su entrada triunfal a la historia de la cocina mexicana. Su interior lleno de carne de cerdo y trozos de fruta; por fuera se cubría con la cremosidad de la nuez de castilla, hojas de perejil y semillas de granada. Era verde, blanco y rojo; tricolor como la bandera nacional.
No sólo estos chiles tuvieron un origen religioso. “Puebla de los Ángeles”, la capitaldel estado donde se ubica Santa Mónica, se fundó en 1531 tras el sueño de un obispo que dijo haberla visualizado como un campo trazado por criaturas celestiales. Aunque en sus inicios llevó otro nombre, recibió el actual en 1640 por pedido del obispo Juan de Palafox y Mendoza.
Santa Mónica fue uno de los 11 conventos femeninos que se edificaron en la ciudad. Aunque la mayoría cambió su función, actualmente sólo éste y Santa Rosa son museos. Ambos son célebres por sus cocinas.
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Cien años antes de que naciera el chile en nogada, también una monja de Santa Rosa inventó el mole, una salsa espesa de color marrón que suele servirse sobre guajolote o pollo. Un alimento que consta de más de 20 ingredientes como chocolate, tortilla, cacahuate y un abanico de chiles que se desvenan para restarle picor.
Algunos platillos tardaron años en evolucionar. Las hermanas solían preparar los primeros chiles en nogada como postre con pura fruta porque el acceso a la carne era complicado.
Así que ya sabes de donde proviene uno de los platillos más buscados y apreciados de la cocina mexicana.