La Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) continúa la búsqueda y registro de vestigios culturales sumergidos en la Península de Yucatán, Golfo de México y Mar Caribe mexicano. En 2009, el equipo de investigación para la Península de Yucatán realizó una prospección arqueológica en la Bahía del Espíritu Santo, parte meridional de la Biosfera Sian Ka’an de Quintana Roo, logrando registrar durante un período de 10 días 14 sitios arqueológicos sumergidos que abarcan desde el siglo XVIII hasta el siglo XX.
Meses antes, los miembros del grupo de investigación encontraron documentos en el Archivo Histórico de Quintana Roo que describían naufragios de diferentes períodos de la historia náutica en el área de la Bahía del Espíritu Santo. Estaba claro que el traicionero parche de arrecife con frecuencia se convertía en la pesadilla de un capitán de barco, un marcado contraste con las tranquilas aguas azules de la idílica fantasía caribeña.
El equipo de trabajo de campo intentaría corroborar los datos de estos accidentes navales en el área, complementándose con la información provista por pescadores de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera “Cozumel” S.C. de R. L., quienes se convirtieron en los principales informantes, guías y anfitriones. Inmediatamente señalaron con destreza la ubicación de anclas, cañones, barcos modernos encallados y naufragios antiguos bajo el agua. Ayuda adicional provino de los guardias y trabajadores de la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an de la CONANP.
Patrimonio Cultural Sumergido en la Bahía del Espíritu Santo
Entre los vestigios más contemporáneos encontrados en Espíritu Santo se encuentran los elementos diagnósticos de seis naufragios de la primera mitad del siglo XX que se agregaron al Inventario del Patrimonio Cultural Sumergido de la Península de Yucatán: El Puchero, Pecio Punta Estrella, Lastre Pablo, Tiradero Peperizo, Pecio Carreta y Barco Hilario.
También se identificaron restos aislados, que incluyen cuatro anclas de almirantazgo acompañados de elementos de metal como: cadenas, cabrestantes, hélices, ejes, máquinas de vapor y timones de los siglos XIX y XX, a los que se le denominó: Anclas del Rojo, Ancla Punta Herrero y Ancla Juanelo.
Estos sitios ahora están protegidos por las leyes mexicanas y disfrutan de protección adicional bajo los términos de la Convención de la UNESCO de 2001 sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático. Uno de estos sitios es de particular interés histórico: el naufragio Ánimas de la Victoria, con elementos diagnósticos que indican una temporalidad del siglo XVIII.
Sitio arqueológico sumergido Ánimas de la Victoria
Durante la reunión inicial con los informantes, hicieron varias menciones de un sitio con múltiples cañones, anclas, botellas y recipientes de cerámica, el cual había sido expoliado por cazadores de tesoros en la década de 1980. Su localización e investigación fue prioritaria en la lista de la temporada de campo.
El contexto se encuentra a una profundidad de 7 m 23 pies, primero se encontraron dos anclas de almirantazgo que por su posición dan la impresión de haber sido parte de la carga. Siguiendo la guía, se encontraron cuatro cañones y una “impresión” de cañón, prueba de que la artillería había sido saqueada.
Más adelante, se aparecieron diecinueve cañones de hierro, que corrían de este a oeste en un ligero patrón en “zigzag” hacia el arrecife poco profundo. Su disposición, que se produce principalmente en parejas, parece ser el resultado de la maniobra de rescate de emergencia de una embarcación que descarga en un intento de cruzar la barrera de coral que tiene delante. Las dimensiones promedio de las piezas de artillería son de 2.38 m 6.56 ft. y el ancho promedio es 0.49 m 1.61 ft.
Una tercera ancla, la más grande del sitio, se registró a mitad de camino hacia el arrecife, a una profundidad de 4,5 m 15 pies. Debido a su tamaño, es posible se trate del “ancla de la esperanza”. Esta es típicamente la principal y más pesada del “mínimo cuatro que un buque debe llevar en la proa, asegurada en la sección externa del lado de estribor”.
Parte de la carga del buque se encontró más allá de la cresta del arrecife, hacia la bahía interior, principalmente botijas de aceite y botellas cuadradas “case bottle”. Estas botellas populares entre el siglo XVII y XVIII comúnmente contenían gin, brandy, entre otros licores y su forma permitía su estiba en cajas.
Siguiendo la guía, a solo unos pocos metros de la cresta poco profunda del arrecife, se encontró una cuarta ancla activada. Esto sugiere que el barco estaba luchando contra vientos y corrientes extremadamente fuertes desde el norte en el momento del incidente. Ninguno de los anclajes encontrados presentó cepo metálico, lo que indica que la nave que las portaba fue anterior al siglo XIX, cuando se introducen las anclas con cepo de hierro.
Contexto histórico
De acuerdo a los elementos diagnósticos identificados en el pecio, se hizo una búsqueda en la base de datos de accidentes náuticos reportados en fuentes históricas a partir de la cual, se seleccionaron 12 registros que pudieran corresponder a la nave localizada.
El común denominador de estos expedientes es que refieren el lugar donde sucedió el accidente como la bahía de la Ascensión, que se localiza contigua a la del Espíritu Santo hacia el norte. A pesar de ello, se decidió analizar esta información debido a la cercanía con el sitio de estudio y no dejando de lado la posibilidad que la bahía del Espíritu Santo pudiese haber sido confundida con la Ascensión, gracias a su proximidad y similar conformación geográfica.
Los once expedientes tratan sobre tres navíos: el galeón Santiago perdido en la segunda mitad del siglo XVII, el registro San Raymundo hundido a mediados del XVIII y la fragata Nuestra Señora del Carmen, que zozobra a finales del mismo.
La conclusión preliminar de la revisión documental hecha hasta el momento desprende la posibilidad del navío San Raymundo, naufragado en 1755 “cerca de los arrecifes de la Bahía de la Ascensión” proveniente de Cádiz, con una carga de 60 barriles de vino, 10 barriles de aguardiente, 863 botijuelas de aceite, vinagre, aceitunas, canela, cajones de hierro y clavazones, destinados al puerto de Veracruz.
Sin embargo, los datos sobre este navío son limitados, por lo que se requiere localizar mayor información en diferentes archivos de España y México, que arrojen pistas sobre su posible filiación, causas del accidente, tipo de nave, la ruta que llevaba y los bienes que transportaba.