Un nuevo baño de sangre con cuerpos incinerados hundió en el caos a la principal penitenciaría del puerto ecuatoriano en Guayaquil: 68 reclusos murieron en la peor matanza desde la que protagonizaron en septiembre bandas del narco con más de cien fallecidos.
Entre viernes y sábado los internos se trenzaron en una pelea con armas de fuego y explosivos, pese al estado de emergencia que rige en las sobrepobladas cárceles de Ecuador, donde este año han sucedido las peores masacres en la historia penitenciaria de América Latina.
Los nuevos choques estallaron cuando uno de los grupos invadió un pabellón para dar muerte a miembros del bando contrario.
Fueron «cruces de bala muy intensos» cerca de las puertas de la penitenciaría, una «situación de salvajismo», describió Pablo Arosemena, gobernador de Guayas, en cuya jurisdicción está Guayaquil (suroeste).
Este sábado la comandante de la Policía, general Tannya Varela, informó en rueda de prensa sobre el trágico resultado de las disputas que han sumido al país en una anarquía carcelaria sin precedentes.
En un primer reporte habló de 58 reclusos muertos, pero luego la Fiscalía, en un tuit, elevó a 68 el número de víctimas mortales e informó sobre 25 heridos.
Imágenes divulgadas por redes sociales muestras a unos reclusos prendiendo fuego a cuerpos ensangrentados.
En una transmisión en vivo desde Facebook, un preso suplica ayuda. «Hay muchos heridos y hay muertos en la parte de abajo, no sabemos cuántos», dice el hombre antes de alertar que los agresores están traspasando los muros a través de «huecos» abiertos con explosivos.
En la mañana, policías con pasamontañas bajaron un cuerpo por los muros ensangrentados, según observó un fotógrafo de la AFP. En una de sus imágenes también se ve el cadáver de un hombre en uniforme naranja en la parte alta del penal.
«Son seres humanos»
El presidente Guillermo Lasso envió desde Twitter sus «condolencias» a las familias de las víctimas y reclamó a la justicia «herramientas institucionales idóneas» para enfrentar la emergencia carcelaria.
Criticó veladamente a la Corte Constitucional por haber limitado el estado de excepción en las cárceles e impedir el ingreso de militares a las prisiones.
Con las restricciones impuestas por los jueces, la medida de emergencia se extenderá hasta finales de este mes.
La revuelta se apoderó de la penitenciaría Guayas 1, donde en septiembre 119 reclusos fallecieron en una cruel carnicería con decapitados y quemados, y que derivó en la declaratoria del estado de excepción.
El viernes reclusos salieron de sus celdas y la emprendieron contra los de otro patio, en un intento por «doblegarlos» tras la excarcelación de un cabecilla, según explicó el gobernador Arosemena.
Desde septiembre la violencia no ha parado y, con la matanza del viernes, ya son más de 320 los muertos en todas las cárceles en lo que va del año.
Solo en febrero ya habían fallecido 79 reclusos en amotinamientos simultáneos en cuatro prisiones.
La intervención de la Policía «permitió salvar vidas», señaló Arosemena. Sin embargo, el gobierno no ha explicado por qué los enfrentamientos se prolongaron por horas sin que la fuerza pública pudiera recuperar el control.
Hacinamiento y horror
Desde temprano decenas de familiares se agolparon fuera de la cárcel, algunos con pancartas donde se leía «son seres humanos, auxílienlos», en medio de un despliegue policial y militar apoyado por una tanqueta.
Berta Yago, de 51 años y tía de un recluso que identificó como Roberto Cevallos, clamaba por la liberación de su sobrino: Que «alguien me ayude para poderlo sacar antes que me lo saquen muerto», pedía.
Según contó a la AFP, su familiar ya había recibido «un machetazo en la pierna» en otro enfrentamiento.
El organismo a cargo de las prisiones (SNAI) informó por su parte que unos 8.400 reos de cárceles de las ciudades andinas de Cuenca y Latacunga «se negaron a ingerir alimentos» el sábado en «aparente muestra de solidaridad» con sus compañeros de la Guayas 1.