Muchas son las historias y leyendas urbanas que existen en el cementerio general.
Y por la gran variedad de relatos que han transcurrido de generación en generación, ahora forman parte de la vida de esta ciudad, en donde convergen infinidad de historias, algunas “sobrenaturales ” y a la vez tenebrosas.
Hay muchas anécdotas que este lugar guarda a lo largo de toda su existencia, como el caso del “torero vampiro” que hasta nuestros días es muy comentado, cuando llegan las celebraciones del Día de Muertos..
La famosa leyenda del “Torero Vampiro”
Esta historia comenzó en la comisaría de Tepakán, perteneciente al municipio de Calkiní.
Fue en el mes de mayo de 1955 cuando se llevó a cabo una corrida de toros. Y uno de los toreros y primera espada, fue el capitalino Rosendo Álvarez, joven de 22 años que realizaba sus pininos en los ruedos, principalmente del Estado de México, Tlaxcala y pequeños poblados del centro del país, sin haber pisado nunca una arena importante.
De acuerdo a los viejos testigos, el joven espada, oriundo de la Ciudad de México, tenía buena estampa: era alto, delgado, de tez morena y cabello ensortijado. Las damitas pueblerinas se desvivían por ir a verlo torear y eran las que más le aplaudían cuando ejecutaba una “verónica” o algún otro trapazo.
Pero lo que pocos sabían es que Rosendo era ateo como el que más, pues nunca se le veía rezar ni persignarse antes de pisar los ruedos.
Tal y como acostumbra la gran mayoría de los toreros.
Así, Rosendo se enfrentó a “Tinieblas”, un burel negro de impresionante cornamenta y procedente de un rancho de Bécal, propiedad del ganadero León Montero, y del que se decía era un “toro matrero”, o sea, de los que ya han sido antes toreados y por tanto no embisten al capote, sino al cuerpo del enemigo. Cuando apareció el astado en el ruedo, sólo se escuchó un asombro de la gente, que quedó espantada por la amenazante figura.
Tras unos cuantos capotazos, Álvarez se las dio de valiente y retadoramente se puso frente al descomunal animal y fue cuando éste lo levantó violentamente con una de sus astas, atravesándole el pecho.
Todo el público sorprendido y asustado observó que imponente toro, lo zarandeó como muñeco de trapo.
Todos estaban horrorizados al ver cómo el burel paseaba por todo el ruedo al moribundo torero, que quedó ensartado en uno de los largos y filosos cuernos.
Los asistentes del matador, por más que quisieron, no podían zafar el cuerpo del torero de las astas de “Tinieblas” y no fue sino hasta que el animal lo lanzó a la arena y luego lo pisoteó, cuando una cuadrilla pudo sacar del ruedo el cuerpo de Rosendo, que ya estaba más muerto que vivo, con el traje de luces, que antes era oro y verde, ya tinto en sangre.
El cuerpo de Rosendo Alvarez, fue trasladado al palacio municipal de ésta ciudad, para ser velado y luego sepultado en el panteón general, y tiempo después al acudir para sacar sus restos, el cuerpo estaba impecable y con una risa sarcástica. Lo que, según comentan llamó mucho la atención y espanto a los habitantes de aquellos tiempos.
El sepulturero jubilado Marcelino Mas, recuerda aquella fecha cuando tuvo la oportunidad de ser el encargado de enterrar a éste joven diestro, pero no quiso ahondar más al respecto, mucho menos se refirió sobre el paso del tiempo para sacar el cuerpo que fue trasladado al lugar de origen de los familiares de éste extinto novillero.
En la comunidad de Tepakán y en ésta cabecera municipal, las personas ya de avanzada edad, todavía recuerdan aquel hecho que se registró durante una corrida de toros en la que perdió la vida un joven que buscaba destacar dentro de la fiesta brava.